Última actualización: 2 de Diciembre de 2020
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RESUMEN: Valorar según patología. En general pocas enfermedades del lactante contraindican o dificultan la lactancia. Los niños ingresados en hospitales tienen derecho a permanecer con sus madres y, si pueden alimentarse por boca, la leche materna, directa o extraída, es la mejor opción.
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La hospitalización del lactante es un factor de riesgo de cese total o parcial de la lactancia materna exclusiva (Bochner 2020, Heilbronner 2017, Lapillonne 2013, Courtois 2010, Souza 2008, Quattrone 1995).
Las causas de este riesgo son el impacto emocional y fatiga que causa en madre y bebé, la situación clínica más o menos grave del lactante, la desinformación materna y familiar y, sobre todo, las prácticas hospitalarias poco favorables a la lactancia materna (administración rutinaria de biberones, dificultad para la permanencia adecuada y cómoda de la madre, ausencia de protocolo específico) y la falta de conocimientos sobre lactancia del personal sanitario (Heilbronner 2017, Courtois 2010, Souza 2008, Quattrone 1995).
La compañía de la madre y la lactancia materna aminoran la ansiedad que el ambiente hospitalario causa en el bebé. Amamantar produce analgesia en prácticas invasivas como accesos venosos, análisis, sondajes, etc. (AEP 2018, CW 2019, ABA 2017, Costa 2016). Muchas veces los niños enfermos lo único que toleran es el pecho de la madre, rechazando el resto de alimentos. La leche materna les aporta factores inmunitarios defensivos que les ayudan a combatir una infección y factores protectores del intestino, acortando la duración de la hospitalización (CW 2019, ABA 2017, Costa 2016, Courtois 2010). En estos casos en especial, la leche materna es tanto alimento como medicamento (CW 2019).
“Los niños hospitalizados tienen derecho a estar acompañados de sus padres o de la persona que los sustituya el máximo tiempo posible durante su permanencia en el hospital, no como espectadores pasivos sino como elementos activos de la vida hospitalaria” (Carta europea de los niños hospitalizados, Parlamento Europeo 1986).
Hay mucha variabilidad entre hospitales en las practicas respecto a los ingresos de lactantes amamantados y algunas no son las más adecuadas (Bochner 2020, Heilbronner 2017, Courtois 2010).
Debe facilitarse la estancia conjunta de la madre en la misma habitación o, si la situación clínica no lo permite, facilitarle una habitación próxima y comodidades para que esté en situación de amamantar o poderse extraer leche para su bebé (Lawrence 2016 p517)..
La formación en lactancia debe constar en el currículum de todo el personal sanitario que trabaje en unidades pediátricas (Meek 2017).
Es de desear que el hospital tenga personal instruido en lactancia y en extracción manual o mecánica de leche materna y ofrezca los medios adecuados a la madre.
Caso contrario, la madre deberá tener conocimientos y medios propios para la extracción (ABA 2017). La leche materna extraída debe ser etiquetada con fecha antes de congelarla y almacenarla (CW 2019).
Conviene que todo el personal (médicos, enfermeras) sepan que la madre está amamantando al niño ingresado y el tipo de lactancia, exclusiva o parcial-mixta (ABA 2017).
Siempre que la enfermedad del lactante ingresado permita la alimentación por boca, la lactancia materna directa o con leche materna extraída y administrada es la mejor opción (Lawrence 2016, Costa 2016).
Si la madre no puede amamantar, sea por impedimento del hospital para el ingreso conjunto, sea por la situación clínica del bebé, conviene que se extraiga leche frecuentemente para evitar problemas en el pecho (retención, mastitis), mantener la producción y tener leche disponible para su bebé, congelándola si es preciso (CHP 2018).
En general pocas enfermedades del lactante hospitalizado impiden la lactancia o sólo de modo temporal hasta que la situación clínica mejore. Es preciso hacer una valoración individual según la enfermedad y, día a día, según la evolución.
Las enfermedades respiratorias (bronquiolitis, neumonía), salvo dificultad respiratoria extrema, van permitir el amamantamiento con tomas cortas y pausas frecuentes o la administración de leche materna por sonda nasogástrica (Costa 2016).
Si el lactante va a ser intervenido quriúrgicamente puede tomar pecho hasta 3 a 4 horas antes de la anestesia. Tiempos mayores de ayunas no son necesarios ya que la leche materna se digiere antes de ese tiempo, no interfiriendo con la anestesia y tranquilizando al lactante (ABA 2017, Costa 2016).
La mayoría de intervenciones quirúrgicas permiten el amamantamiento en cuanto el bebé esté despierto; precisa una valoración individual según el tipo de operación y de enfermedad (CW 2019, ABA 2017).
Durante la hospitalización, la madre puede notar disminución de la producción de leche. Lo normal es que la vuelta a casa y el bebé curado, consigan recuperar la lactancia anterior a la hospitalización (ABA 2017).
Es instructiva la lectura de folletos y guías de diversos hospitales y sociedades pediátricas (CW 2019, AEP 2018, CHP 2018, ABA 2017, Costa 2016).
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