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La toxoplasmosis es una de las infecciones más extendidas del mundo, con una prevalencia del 11 al 25% según países (Red Book 2021-24, Abarca 1997). Está causada por el parásito Toxoplasma gondii que se hospeda en los gatos. El animal infectado, a través de sus deyecciones, contamina agua, frutas y verduras y contagia a otros animales y personas.
La infección humana ocurre por el trato con gatos infectados, el consumo de frutas y verduras sin lavar, leche contaminada de cabra y consumo de carnes poco cocidas, entre otros.
La infección cursa habitualmente con síntomas leves incluso en lactantes, salvo en personas inmunodeprimidas y en el caso de la infección congénita durante el embarazo, que es gravísima.
La toxoplasmosis no se trasmite a través de la leche materna. (CDC 2021)
El parásito se trasmite por la leche de varios animales (Chiari 1984), pero no se ha documentado el contagio a través de la leche materna (CDC 2021, Lawrence 2016 p465, Capobiango 2015), aunque se ha sugerido en escasos casos (algunos muy antiguos) como probabilidad. (Brasil 2006, Bonametti 1997, Langer 1963)
Dada la ausencia de pruebas de su transmisión a través de la leche, la benignidad de la infección postnatal y la presencia de anticuerpos contra el Toxoplasma en la leche materna, no hay razón para contraindicar la lactancia en madres que hayan padecido toxoplasmosis en el pasado, durante el embarazo o en el momento de la lactancia. (CDC 2021, Lawrence 2016 p225, 466 y 789, Bonametti 1997)
La medicación para el tratamiento de la toxoplasmosis es habitualmente compatible con la lactancia. (Lawrence 2016 p789)
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