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El síndrome de Down es una de las anomalías cromosómicas más comunes entre recién nacidos (Ergaz 2017, Glivetic 2015).
La lactancia materna es muy recomendable para los bebés con síndrome de Down (n.a. 2014) ya que les aporta prevención para infecciones y enfermedad celíaca (Weijerman 2013), para maloclusión con mordida cruzada y abierta (Oliveira 2011 y 2010) y para leucemia aguda (Flores 2009) y les facilita el desarrollo del habla y el lenguaje (Weijerman 2013).
La lactancia materna es posible para bebés con síndrome de Down. Los bebés con síndrome de Down no tienen inevitablemente problemas de alimentación inicial y pueden ser amamantados con éxito (Ergaz 2017, Raquel 2017, N.a.l. 2014, Colón 2009, Aumonier 1983).
Pero se ha constatado menos frecuencia de lactancia materna entre bebés con síndrome de Down que en la población general de recién nacidos (Glivetic 2015, Weijerman 2008, Pisacane 2003) especialmente si son muy pequeños (N.a.l. 2014), tienen pobre succión y malformación cardíaca (Aumonier 1983) o son ingresados y apartados de sus madres (Colón 2009).
La autoconfianza y perseverancia materna (Raquel 2018, Raquel 2017, Aumonier 1983) junto al apoyo activo a la lactancia, la instrucción y la colaboración entre los miembros del equipo de atención médica y la colaboración de especialistas en lactancia ( LLL Faq 2016, T. Board 2008) son esenciales para el éxito de la lactancia materna y debe convertirse en un punto relevante de supervisión de la salud de los niños con síndrome de Down (N.a.l. 2014, Pisacane 2003, Colón 2009).
Hay gráficas de crecimiento específicas para niñas y niños con síndrome de Down.